lunes, marzo 21, 2011

El reino de las galaxias

La enorme extensión del espacio profundo y sus joyas imperiales.

Campo_ultra-profundo_del_Hubble

Campo de galaxias en el universo ultra-profundo.
© Hubble/NASA
Vivimos en un planeta que orbita alrededor de una estrella, y junto a otros cien mil millones de estrellas, nuestro Sol orbita alrededor del centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea. Pero el asunto no finaliza allí: nuestra galaxia es una entre cientos de miles de millones de galaxias en nuestro universo que se agrupan gravitatoriamente en cúmulos o racimos.

A lo largo de la primavera en el hemisferio norte, astrónomos y aficionados en el cielo nocturno estarán en una fiesta galáctica, ya que en esta época del año podremos ver el súper cúmulo galáctico de Coma/Virgo, el “Reino de las Galaxias”.

Las galaxias son islas masivas de estrellas, polvo y gas que se encuentran en el universo; es donde nacen las estrellas y los planetas, y donde finalmente mueren. Son fábricas cósmicas de creación, donde todo ocurre en una escala enorme. Para dar una idea de su tamaño, serían necesarios unos cien mil años viajando a la velocidad de la luz para cruzar el disco de la Vía Láctea.

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Nuestra vecina cercana, la galaxia de Andrómeda.
© Universe Today
La Vía Láctea es el segundo miembro más grande de nuestro grupo local de galaxias, siendo la de Andrómeda la de mayor tamaño. Entre otros miembros del grupo local se encuentran la galaxia del Triángulo y la Gran y la Pequeña Nubes de Magallanes.

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El cúmulo de galaxias de Virgo
© NOAO/AURA/NSF

El súper cúmulo de Coma/Virgo domina nuestro vecindario intergaláctico; representa el centro físico y ejerce su influencia sobre todas las galaxias y sobre todos los grupos galácticos por medio de la atracción gravitatoria de su enorme masa.

Lamentablemente, es casi imposible ver a las galaxias a simple vista, de modo que se necesitarán poderosos binoculares o incluso un telescopio grande, tal como uno del tipo Dobsoniano, para poder observar a la mayoría de las galaxias más luminosas de esta región.

El cúmulo contiene aproximadamente dos mil galaxias elípticas y espirales, de las cuales unas veinte o algo más se pueden ver con un equipo de aficionado. Esto incluye a 16 objetos Messier tales como la espiral galaxia del Ojo Negro (M64), elípticas como la M86 con su penacho o la masiva M87, y a otras espirales como la hermosa M88, entre otras.

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De izquierda a derecha: M64, M86 y M88.
© NASA

Para encontrar la ubicación aproximada del Reino de las Galaxias, primero deberemos localizar a la constelación de Leo (el León), que en esta época del año se puede descubrir fácilmente hacia el sudeste, con el signo de interrogación al revés sobre su cabeza. Pasando la cola de Leo veremos al asterismo en forma de cuenco de Virgo, en la zona inferior izquierda del león, y la tenue constelación de Coma Berenices (la Cabellera de Berenice) en la región superior izquierda de Leo. ¡Allí está el Reino de las Galaxias!

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Carta estelar de ayuda para localizar el Reino de las Galaxias
© Adrian West

Baje un mapa de esta región o utilice un atlas estelar para encontrar su camino en esta área e intente localizar tantas delicias galácticas como pueda. Como bono especial, en estos momentos el anillado Saturno se encuentra también justo debajo de esa área.

Dese mucho tiempo, abríguese y simplemente piense que está observando las mayores estructuras del universo, a cientos de millones de años-luz de la Tierra.

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Artículo original: “Coming to a Sky Near You: The Realm of Galaxies”
Por Adrian West
Fecha: Marzo 20, 2011
Enlace con el artículo original:
aquí
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miércoles, marzo 16, 2011

Vientos estelares en Orión

Imágenes celestes: LL Orionis se enfrenta al Trapecio.

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LL Orionis: choque de vientos estelares en Orión
© Hubble Heritage Team (AURA / STScI), C. R. O'Dell (Vanderbilt), NASA

Esta grácil estructura curvada es en realidad un arco de choque de aproximadamente medio año luz de ancho, creado cuando el viento proveniente de la joven estrella LL Orionis choca con el flujo proveniente de la nebulosa de Orión.

A la deriva en la guardería estelar de Orión y todavía en sus años formativos, la estrella variable LL Orionis produce un viento más enérgico que el viento de nuestro maduro Sol. A medida que el veloz viento estelar se enfrenta a un gas que se mueve más lentamente se forma un frente de choque, parecido a la estela de proa de un barco que se mueve en el agua o a un avión que viaja a velocidad supersónica.

El gas más lento procede del caliente cúmulo estelar del Trapecio, en en centro de la nebulosa de Orión, y que en esta imagen se encuentra más allá de su margen derecho. En tres dimensiones, el envolvente frente de choque de LL Orionis tiene la forma de un cuenco que parece más luminoso cuando se lo observa por su límite inferior. La compleja guardería estelar de Orión muestra una miríada de formas fluidas similares asociadas con la formación estelar, incluyendo al arco de choque que rodea a una tenue estrella en la parte superior derecha.

Esta imagen es parte de un mosaico que cubre a toda la gran nebulosa de Orión, y fue registrada en 1995 por el Telescopio Espacial Hubble.

Telescopio_Espacial_Hubble_en_órbita

Telescopio Espacial Hubble
© NASA / ESA  

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Artículo original: “APOD: LL Orionis: When Cosmic Winds Collide”
Fecha: Noviembre 15, 2003
Enlace con el artículo original:
aquí
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lunes, marzo 14, 2011

Cosmología 02: el presente

Y el universo comenzó a evolucionar...

En un artículo anterior discutíamos sobre los primeros momentos, controvertidos y plenos de sucesos, que siguieron al nacimiento de nuestro cosmos. Hoy en día, al mirar a nuestro alrededor, sabemos que en el transcurso de unos pocos miles de millones de años el universo se transformó desde una abrasadora amalgama de diminutas partículas elementales a una vasta y organizada inmensidad bullente de estructuras de gran escala. ¿Cómo es que llegó a suceder algo así?

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Mapa de la radiación cósmica de fondo de microondas.
© WMAP Team
Recapitulemos. Cuando interrumpimos el relato, el universo era una sopa caótica de materia simple y de radiación. Un fotón no podía viajar muy lejos sin colisionar y ser absorbida por una partícula cargada, excitándola y siendo re-emitido después, para simplemente volver a repetir el ciclo una y otra vez.

Después de unos tres minutos, la temperatura ambiente había descendido lo suficiente como para que esas partículas cargadas (protones y electrones) podían comenzar a reunirse y a formar núcleos estables.

Pero a pesar de esa caída de temperatura, las cosas estaban todavía lo suficientemente calientes como para estos núcleos comenzaran a combinarse para formar elementos más pesados. Durante los pocos minutos siguientes, el universo cocinó varios isótopos de hidrógeno, helio y litio en un proceso conocido comúnmente como “nucleosíntesis”.

A medida que el tiempo corría y que el universo se expandía aún más, estos núcleos lentamente capturaron a electrones de los alrededores hasta que los átomos neutros dominaron el paisaje. Finalmente, después de unos 300 000 años, los fotones pudieron viajar libremente por el universo sin que partículas cargadas se interpusieran en su camino. La radiación de fondo de microondas que los astrónomos observan actualmente es en realidad una luz reliquia de ese preciso momento, estirada a lo largo del tiempo a causa de la expansión del universo.

Si se observa una imagen del Fondo Cósmico de Microondas, más arriba, se verá un patrón de manchas coloreadas que representan anisotropías en la temperatura de fondo del cosmos. Estas diferencias de temperatura surgieron originalmente de diminutas fluctuaciones cuánticas que fueron infladas dramáticamente en el universo muy temprano.

A lo largo de los siguientes pocos miles de millones de años, las regiones ligeramente más densas en el tejido del espacio-tiempo atrajeron más y más materia, tanto bariónica (la clase de la que estamos hechos todos nosotros) como oscura, bajo la influencia de la gravedad.

Algunas regiones llegaron a ser finalmente tan calientes y densas que pudieron comenzar la fusión nuclear en sus corazones. De esa forma, en una delicada danza entre la gravedad externa y la presión interna, nacieron las primeras estrellas.

La gravedad continuó con su tirón, arrastrando grupos de galaxias para formar galaxias, y luego grupo de galaxias para formar cúmulos galácticos. Algunas estrellas masivas se colapsaron formando agujeros negros, y otras se volvieron tan pesadas e hinchadas que estallaron, arrojando restos ricos en metales hacia todas direcciónes.

Hace unos 4700 millones de años, algo de este material se encontró orbitando una poco conspicua estrella de la secuencia principal, creando planetas de todos los tamaños, formas y composiciones: nuestro sistema solar.

Miles de millones de años de geología y de evolución después, aquí estamos. Y allí está el resto del universo. Es una historia bastante impresionante. ¿Pero qué pasará después? ¿Y cómo sabemos que toda esta teoría está incluso cerca de ser correcta? Asegúrense de volver por aquí, y pronto lo descubrirán.

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Artículo original: “Cosmology 101: The Present”
Por: Vanessa D'Amico
Fecha: Marzo 09, 2011
Enlace con el artículo original:
aquí
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lunes, marzo 07, 2011

¿Fue el clima lo que nos hizo humanos?

Somos el producto de nuestro entorno y de los retos a los que nos tuvimos que enfrentar.

Dada la controversia en curso sobre el calentamiento global, la cuestión de si los seres humanos pueden cambiar el clima de la Tierra ya nos resulta familiar. Escondida en la lucha sobre el calentamiento global antropogénico se encuentra un asunto más sutil y posiblemente más importante: cómo el clima cambió a la gente.
Lucy

Lucy
© TheResilientEarth.com
En décadas recientes el registro fósil de la evolución y del comportamiento de los homininos ha mejorado mucho, si bien todavía está incompleto. Impulsado por un reciente informe del Consejo Nacional de Investigación (NCR = National Research Council), un artículo de perspectiva en la revista Science formula la pregunta: “¿El cambio climático dio forma a la evolución humana?”

Cuando se discute el lugar de la humanidad en la naturaleza, a menudo se deja de lado un hecho, y es que el hombre es una parte de la naturaleza. De hecho, los seres humanos son un producto de la naturaleza y del siempre cambiante sistema que controla el clima del planeta Tierra. En el resumen para el informe del NCR “Comprendiendo la influencia del clima en la evolución humana”, la relación que todas las especies, incluyendo la humana, tiene con la naturaleza se describe así:

Todos los seres vivientes interactúan con el sistema terrestre (la combinación de tierra firme, atmósfera y océanos) que conforma el medioambiente del planeta. A medida que el sistema terrestre ha cambiado a lo largo del tiempo, las especies individuales han respondido a esos cambios. En algunos casos, la especie se trasladó a nuevas ubicaciones. En otros casos, han permanecido en el lugar, y se han adaptado a los cambios ambientales, y algunas veces esto ha llevado a la formación de una nueva especie. En algunos casos, alguna especie se ha extinguido.

Aunque muchos piensan que de alguna manera los seres humanos se mantienen separados de la naturaleza, en verdad no lo estamos. El Homo sapiens, como muchas otras especies, ha sido formado por el mundo que nos rodea. Recién ahora los científicos están comenzando a entender cómo evolucionamos y cuáles son las fuerzas de la naturaleza que dictaron esa evolución. La premisa básica es que los cambios a gran escala del clima alteran la ecología y transforman la disponibilidad de los recursos. Esto lleva a presiones selectivas que, a su vez, pueden haber influenciado nuestra evolución.
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Cráneos de algunos homininos, incluyendo al H. sapiens.
©TheResilientEarth.com

Los cambios en el clima africano resultan ser de gran interés para los antropólogos porque es allí donde evolucionó nuestra especie. En ”Clima y evolución humana”, Peter B. deMenocal examina recientes descubrimientos que pueden ayudar a verificar la relación clima-evolución humana. Según deMenocal, el cambio climático y sus efectos en los ecosistemas africanos pueden haber jugado un papel principal en la evolución humana.

La extinción de homininos, la especiación y los eventos de comportamiento parecen estar asociados con cambios en el clima africano a lo largo de los últimos cinco millones de años. Los primeros acontecimientos de aparición y extinción así como los hitos claves de comportamiento se acumulan entre los 2,9 y los 2,6 millones de año, y nuevamente entre los 1,9 y los 1,6 millones de año. En el grupo más temprano, estos eventos incluyen la extinción del Autralopithecus afarensis (Lucy) hace casi 2,9 millones de años; la aparición del autralopiteco robusto (Paranthropus spp.) con grandes mandíbulas y dientes moledores, hace unos 2,7 millones de años; y la aparición del linaje Homo con cerebro en un
momento posterior a hace 2,6 millones de años, cerca de la época cuando aparece la primera evidencia de la manufactura, uso y transporte de herramientas de piedra olduvenses.

Ya habrán notado que el término hominino ha reemplazado recientemente al más antiguo y familiar de homínido en los artículos científicos. No es un error tipográfico o un neologismo de computación, sino un reflejo de la creciente comprensión antropológica de nuestros ancestros humanos y a otras especies relacionadas cercanamente. Según lo que dice el arqueólogo y escritor científico K. Kris Hirst en About.com:

Hasta la década de 1980 los antropólogos seguían generalmente el sistema taxonómico creado en el siglo XVIII por el científico Carl Linnaeus, cuando hablaban de las varias especies de humanos. La familia de los Hominoides incluía la sub-familia de los Homínidos (los seres humanos y sus ancestros) y la de los Antropoides (chimpancés, gorilas y orangutanes). El problema es que estudios moleculares recientes muestran que los humanos, los chimpancés y los gorilas están más cerca unos de otros que con los orangutanes. Así que los científicos separaron a los Hominoides en dos sub-familias: Ponginae (orangutanes) y Homininae (humanos y sus ancestros, junto a los chimpancés y los gorilas). Pero todavía necesitamos un modo de estudiar a los humanos y a sus ancestros como un grupo separado, de modo que los investigadores propusieron otra división más de la sub-familia Homininae, para incluir a los Hominini (humanos y sus ancestros), a los Panini (chimpancés) y a los Gorillini (gorilas).

Básicamente, un hominino es lo que se solía denominar un homínido: una criatura que es humana o ancestro de los humanos. Esto incluye a todas las especies Homo (Homo sapiens, H. neanderthalensis, Homo ergaster, etc.), a todos los Australopitecinos (Australophitecus africanus, A. boisei, etc.) y a otras formas antiguas. Por contraste, el término “homínido” incluye a todos los grandes simios, abarcando a los chimpancés, gorilas, orangutanes y humanos. La ciencia, o al menos la terminología científica, sigue adelante. Abajo se muestra un árbol familiar actualizado:

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Un árbol familiar simplificado para los Homínidos/Homininos.
©TheResilientEarth..com

Que el cambio climático afecta a la vida, es algo aceptado. Por ejemplo, cambios significativos en la flora y en la fauna ocurrieron hace unos 34 millones de años, cuando la Tierra se enfrió abruptamente y grandes glaciares se desarrollaron por primera vez en la Antártida. Las nuevos formas de vida que aparecieron posteriormente estaban mejor adaptadas a los nuevos medioambientes que emergieron: regiones polares más fríos, una estacionalidad más marcada, y tierras áridas. Como dijimos antes, el desarrollo de los homininos entró en alta velocidad durante el transcurso hacia la Edad de Hielo del Pleistoceno.

Una vez que la Edad de Hielo del Pleistoceno entró de lleno, ocurrieron desarrollos evolutivos más importantes. Entre 1,9 y 1,6 millones de años atrás, apareció la primera especie hominina parecida a los humanos modernos, Homo erectus, con grandes cerebros, dentición similar, y la habilidad de manufacturar refinadas herramientas de piedra. También hace aproximadamente 1,6 millones de años comenzó el primer éxodo desde África hacia Europa y el sur de Asia.

Por supuesto, los humanos no fueron las única forma de vida que evolucionó. La primera aparición de hierbas modernas C4 (uno de los dos tipos de fotosíntesis) llevó a una declinación en la forestación y a la expansión de las sabanas, particularmente en África. Esto, a su vez, llevó al desarrollo de nuevas especies animales. Según deMenocal, “aparecieron muchas especies nuevas de bóvidos apacentadores con dentición especializada (molares hipsodontes) para procesar la dieta herbal abrasiva. Estas y otras evoluciones se muestran en la figura de más abajo:

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Cambios evolutivos y paleoclimáticos en África.
©TheResilientEarth

No solamente estaban evolucionando los seres humanos, sino también los animales de los que llegarían a depender. La evidencia apunta a las cambiantes condiciones climáticas y a los acompañantes cambios medioambientales como los factores impulsores de la evolución humana. La cuestión real es, ¿qué es lo que estaba impulsando los cambios en el clima? Citando nuevamente a deMenocal:

Los cambios climáticos en África durante los últimos cinco millones de años llevan la firma de dos procesos separados. El forzamiento de la precesión orbital (con un período de unos 20 000 años) actuó como un “marcapasos monzónico” que fluctuó entre condiciones húmedas y secas. Una tendencia a largo plazo hacia condiciones más variables y crecientemente más secas se superpone a estos ciclos húmedo-seco, comenzando hace unos 3 millones de años y que llegó a su pico entre 1,8 y 1,6 millones de años atrás.

La precesión orbital es uno de los bien conocidos Ciclos de Milankovitch. Lo que aquí se sostiene es que, sobre la variación cíclica causada por la precesión, también está trabajando una bien establecida tendencia hacia condiciones más áridas. Esto tiene sentido, ya que el clima de la Tierra se ha enfriado y una gran cantidad de agua ha quedado aprisionada en el hielo glacial a lo largo de los últimos tres millones de años.

Esta tendencia debería ser tenida en cuenta la próxima vez que un alarmista del cambio climático comience a balbucear sobre sequías causadas por un calentamiento global. Es cierto que los cambios climáticos pueden hacer crecer a los desiertos y hacer que las selvas y las sabanas se vuelvan áridas. Tengamos en cuenta que, entre 15 000 y 5000 años atrás, el moderno desierto del Sahara estaba casi completamente cubierto de vegetación, con grandes lagos permanentes y abundante vida salvaje. Si la desertificación del Sahara hubiera sucedido recientemente, seguramente se habría culpado a los seres humanos. De hecho, hay quienes culpan a los humanos del cambio climático del Holoceno temprano.
La teoría actual es que los incrementes precesionales en la radiación estival estimularon a los monzones, llevando más lluvias al interior de África. Esto acentuó la inundación anual del Nilo, enviando mayores escorrentías hacia el Mediterráneo oriental, lo que produjo que sedimentos orgánicos ricos (sapropeles) se depositaran en el lecho marino. Las muestras estratigráficas de los últimos millones de años contienen cientos de capas de estos sapropeles. No es coincidencia que estas capas tiendan a aparecer en grupos de 100 000 y 412 000 años que están relacionados con la modulación de los ciclos monzónicos de precesión orbital y con la excentricidad de la órbita terrestre, otro de los Ciclos de Milankovitch. El Dr. deMenocal resume el pensamiento actual de esta forma:

Las hipótesis que relacionan los cambios climáticos y de fauna en África están constreñidos por estas nuevas observaciones. Los linajes de la fauna típicamente persistieron a través de docenas de ciclos humedad-aridez, de modo que es improbable que la variabilidad de escala orbital por sí sola fuera un agente de selección. Igualmente, las hipótesis anteriores que enfatizaban únicamente el desarrollo unidireccional de la vegetación abierta no capturan la ahora evidente complejidad de la variabilidad climática africana. Estas visiones postulan que la creciente variabilidad climática llevó a cambios climáticos y ecológicos que se fueron haciendo progresivamente más grandes en amplitud.

Todo esto hace que los científicos lleguen a la conclusión de que los cambios en el clima terrestre, particularmente desde el inicio de la Edad Glacial del Pleistoceno, creó al mundo en el que evolucionaron nuestros ancestros. Muchos antropólogos piensan que los primeros seres humanos surgieron en las áridas planicies abiertas de África. Antes de los cambios climáticos que discutimos más arriba, estas planicies abiertas no existían. Pero más que eso, fue la inconstancia climática la que forzó a los humanos a desarrollar su conjunto único de capacidades, capacidades que nos distinguen de los otros primates.

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El hombre evolucionó en las planicies áridas y abiertas de África.
©TheResilientEarth

Somos criaturas creadas por nuestro medioambiente, como todas las otras formas de vida con las que compartimos este planeta. Como relatamos anteriormente, los cambios del clima son causados por tendencias a largo plazo, impulsadas primariamente por cambios geológicos en la configuración superficial del planeta, y por ciclos de mediano término dictados por la variación orbital de la Tierra. En el corto término, ha habido y habrá aberraciones, actividad volcánica, impactos de asteroides, emisiones gigantescas de metano del suelo marino, etc., pero estas tienen únicamente efectos transitorios en el sistema terrestre. Los más grandes esfuerzos de los seres humanos caen dentro de esta última categoría y pueden tener únicamente un impacto fugaz en el clima de la Tierra, en el peor de los casos.

El clima terrestre, y el cambio climático en sí mismo, han ayudado a convertirnos en humanos. Hoy en día hay quienes se emocionan demasiado porque piensan que estamos cambiando ese mismo clima. Como se afirma en el informe del NRC (National Research Council = Consejo Nacional de Investigación): “Además de responder a los factores medioambientales, los organismos también modifican al medioambiente, a menudo en formas profundas. Los humanos no son una excepción, y tienen un efecto profundo en el sistema terrestre”.

En otras palabras, cualquier efecto que tengamos en el medioambiente es todo parte de la naturaleza, y la naturaleza está continuamente adaptándose al cambio. Los alarmistas del cambio climático y los eco-calzonazos de todas partes necesitan chequear su medicamentación y calmarse, porque intentar detener el cambio climático es como intentar detener la evolución.

Cuídense, disfruten el interglacial y manténgase escépticos.

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”evolución_humana”

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Artículo original: “Did Climate Change Make Us Human?”
Fecha: Febrero 24, 2011
Enlace con el artículo original:
aquí
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sábado, marzo 05, 2011

Posible evidencia de vida fósil en meteoritos

Quizás se pueda demostrar finalmente que la vida es algo común en el cosmos.

Un artículo publicado en el Journal of Cosmology está recorriendo el mundo. El mismo anuncia el descubrimiento de posibles microfósiles en un grupo de meteoritos.

Antes del artículo en sí mismo, aparecen los siguientes apuntes:

Sinopsis

El Dr. Hoover ha descubierto evidencia de microfósiles similares a las cianobacterias, en cortes recién fracturados del interior de los meteoritos carbonáceos Alais, Ivuna y Orgueil I1. Basado en la Microscopía Electrónica de Escaneo de Emisión de Campo (FESEM = Field Emission Scanning Electron Microscopy) y en otras mediciones, el Dr. Hoover ha llegado a la conclusión de que son indígenos de esos meteoritos y similares a las cianobacterias y a otros procariotas tales como las bacterias sulfurosas filamentarias.

En su opinión estas bacterias fosilizadas no son contaminantes terrestres sino restos fosilizados de organismos vivos que moraron en los cuerpos paternos de estos meteoritos, como por ejemplo cometas, lunas y otros cuerpos astrales.

Las implicaciones son de que la vida está en todas partes, y que la vida sobre la Tierra pudo provenir de otros planetas.

Miembros de la comunidad científica fuerobn invitados a analizar los resultados y a escribir comentarios críticos o a especular sobre las implicaciones. Estos comentarios serán publicados entre el 7 y el 10 de marzo de 2011.

Declaración

Declaración oficial del Dr. Rudy Schild, del Centro de Astrofísica del Instituto Harvard-Smithsoniano, Editor en Jefe del Journal de Cosmology:

“Creemos que el cuidadoso análisis del Dr. Hoover proporciona evidencia definitiva de antigua vida microbiana en cuerpos astrales, algunos de los cuales pueden ser anteriores al origen de la Tierra y de este sistema solar.

El Dr. Richard Hoover en un altamente respetado científico y astrobiólogo con un prestigioso historial de logros en la NASA.

Dada la naturaleza controversial de este descubrimiento, hemos invitado a 100 expertos y enviado una invitación general a más de cinco mil científicos de la comunidad científica para revisar el artículo y ofrecer sus análisis críticos.

Nuestra intención es publicar los comentarios, tanto favorables como contrarios, junto al artículo del Dr. Hoover. De esta forma el artículo habrá recibido un examen cuidadoso y se podrán presentar todos los puntos de vista.

Ningún otro artículo en la historia de la ciencia ha sufrido un análisis tan exhaustivo, y ninguna otra publicación científica en la historia de la ciencia ha hecho que un artículo tan profundamente importante esté disponible para que sea comentado por la comunidad científica antes de su publicación.

Creemos que la mejor forma para que avance la ciencia es la promoción del debate y de la discusión”.
posibles_fósiles_en_meteorito_Orgueil_CI1

Imagen de filamentos insertos en el meteorito Orgueil CI1, identificados como posibles microfósiles de vida extraterrestre.

© Richard B. Hoover/Journal of Cosmology
Estén atentos, por favor. Cuando haya nueva información al respecto, la publicaré en este blog para conocimiento de todos mis lectores.