miércoles, junio 06, 2012

El suicidio verde de Europa

Las energías renovables son ineficientes, caras, y llevarán a la destrucción del bienestar de los pueblos europeos.

El siguiente es un artículo escrito por Rael Jean Isacc, publicado inicialmente en The Wall Street Journal y reproducido luego por The Global Warming Policy Foundation. Su importancia y claridad me llevan a traducirlo para compartirlo con todos los lectores de habla hispana. Espero hacer justicia al original.

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Mientras que la austeridad castiga los estándares de vida europeos provocando revueltas en las encuestas, el “crecimiento” se ha convertido en el mantra de los políticos. Pero para ser competitivos, los países de Europa requieren un suministro de energía seguro, abundante y con precios que también sean competitivos.

A menos que Europa revise radicalmente su obsesión con las emisiones de dióxido de carbono y sus políticas anti-combustibles fósiles que surgen de ella, es muy probable que el crecimiento continúe siendo esquivo.

Las leyes de la Unión Europea mandatan que sus 27 países miembros recorten en promedio sus emisiones de CO2 en un 20% para el año 2020, en relación a los niveles de 1990. La meta posterior es recortar las emisiones entre un 80% y un 95% para el año 2050.

En mayo de 2010, un estudio del departamento de energía de la Comisión Europea estimó que el recorte del 20% costaría unos 48 000 000 000 (cuarenta y ocho mil millones de euros) al año. El borrador del Mapa de Ruta Energético de la Comisión para el año 2050 es franco: “Hay una situación de compromiso entre las políticas de cambio climático y la competitividad”.

Y así es realmente. La consultora Verso Economics ha calculado que el costo de oportunidad del sistema de subsidios del Reino Unido para las renovables fue de unos 10 000 puestos de trabajo solamente entre 2009 y 2010.

Un informe del Grupo de Usuarios Intensivos de Energía (que representa a los negocios de grandes consumidores británicos de energía) y el Congreso de la Unión de Comercio citó a la fabricación de acero, cerámicas, papel, manufacturas de cemento y caliza, de aluminio y a la química básica inorgánica como industrias que enfrentarían costos adicionales de energía de hasta un 141% para 2020, como resultado de los esquemas de reducción de emisiones de CO2.

El director del Grupo de Usuarios Intensivos de Energía (EIUG) James Nicholson hace notar que “las políticas actuales parecen estar dirigidas a crear un mercado para los competidores del extranjero”.

Las energías solar y eólica, libres de emisiones, y de las cuales pretende depender cada vez más el Reino Unido, son muy caras. El gobierno estima que una granja eólica marina que rodee la costa costará unos ciento cuarenta mil millones de libras (ciento setenta y dos mil millones de euros), o sea unas 8.972 libras (11.058 euros) por cada hogar. La energía convencional proporcionaría la misma cantidad de energía a un 5% (es decir la vigésima parte) del costo.

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El Departamento de Energía y Cambio Climático del Reino Unido encargó un informe (dirigido por el profesor John Hills del Colegio de Economía de Londres) para examinar el asunto de la “pobreza combustible”, definida como el momento en que los gastos en energía consumen más del 10% de los ingresos del hogar. Se llegó a la conclusión de que cuatro millones de hogares en Inglaterra (de un total de 21,5 millones) ya están en esta categoría, y que para el año 2016 el número podría elevarse a 9,2 millones, lo que equivaldría al 43% de todos los hogares ingleses.

Uno de los factores clave son los impuestos y exacciones fiscales “verdes” que sumarían unas 200 libras (250 euros) para las facturas anuales hacia 2020.

La experiencia española en los subsidios a las renovables ha sido penosa. Un estudio realizado en 2009 por la Universidad Rey Juan Carlos descubrió que los subsidios consumían un 3,45% de todos los impuestos hogareños de España y que habían provocado la pérdida de unos 110.500 puestos de trabajo.

En abril de 2010 una evaluación interna del anterior gobierno de Zapatero resultó ser igualmente sombría. Informó que el precio de la electricidad determinaba la competitividad de la industria española, y que el precio de la misma había crecido hasta un 17% por sobre el promedio europeo. La razón principal: los subsidios gubernamentales para las renovables, que habían crecido cinco veces entre 2004 y 2010.

Mientras que España ha estado buscando pinchar su burbuja de inversiones en energía solar, otros están procediendo con esquemas pobremente concebidos. Dinamarca ya tiene los precios más altos de energía de Europa. Sin embargo, el recientemente electo gobierno danés aumentó su meta de reducción de CO2 hasta el 40% en 2020, y se ha propuesto eliminar completamente los combustibles fósiles para 2050.

El sistema italiano de subsidios fija un precio base para la energía eólica que es el triple del nivel de mercado. Un estudio del Instituto Bruno Leoni de Italia descubrió que el capital necesario para crear un trabajo verde podría haber creado 6,9 puestos de trabajo si se hubiera invertido en la industria.

Incluso en Alemania, la más saludable de las economías europeas, podrían verse algunas sorpresas desagradables. El Acta de Introducción de Energías Renovables alemán del año 2000 requiere que todas las instalaciones eléctricas adquieran energía renovable de todos los productores a precios fijos y exorbitantes y que las introduzcan en la red de distribución energética durante 20 años. Un ejecutivo alemán ha hecho notar que la energía solar en Alemania tiene tanto sentido como cultivar piñas en Alaska. A pesar de esto, Alemania posee ahora la mitad de la capacidad fotovoltaica solar de todo el mundo.

Fritz Vahrenholt, el jefe saliente de la rama de energías renovables de RWE Innogy y antiguo héroe del movimiento ambientalista alemán, dice ahora: “Estamos destruyendo los cimientos de nuestra prosperidad. Al final, lo que estamos haciendo es poner en riesgo el sector automotriz alemán, así como los sectores del acero, del cobre, del silicio y de los productos químicos, cualquiera que ustedes elijan”.

Francia, a causa de su gran dependencia en la energía nuclear, no tiene problemas de emisiones. Pero el nuevo presidente Francois Hollande ha prometido reducir la energía nuclear en un tercio. Su vencida rival socialista Maxine Aubry había prometido eliminar totalmente la energía nuclear.

Aún si una fuente de energía es abundante y barata, incluso baja en emisiones de CO2, la mayor parte de Europa no quiere saber nada de ella. Aunque Europa tiene enormes recursos de gas de esquisto, Alemania ha impuesto una moratoria en las exploraciones de gas, mientras que Francia ya las prohíbe por ley.

Diariamente crece la evidencia de que el calentamiento global antropogénico es un apocalipsis falso, pero sus efectos en deprimir los estándares de vida son demasiado reales.


El libro más reciente de la Sra. Isaacs es "Roosters of the Apocalypse: How the Junk Science of Global Warming Almost Bankrupted the Western World" (Heartland Institute, 2012).


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Artículo original: “Real Jean Isaac: Europe's Green Energy Suicide”
Fecha: Junio 06, 2012
Enlace con el artículo original:
aquí

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