martes, agosto 21, 2012

La evolución del bipedalismo

La capacidad de caminar erguidos sobre dos piernas es lo que nos separó de los demás simios

¿Como llegamos a caminar sobre dos piernas? La historia de la evolución del bipedalismo, el rasgo más fundamental de los seres humanos, puede resultar tan fascinante como frustrante.

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Un trío de caminantes erguidos: Lucy (en el centro) y dos ejemplares de A. sediba (izquierda y derecha).
© Peter Schmid courtesy of Lee R. Berger, University of the Witwatersrand/Wikicommons
La capacidad de caminar erguidos sobre dos piernas (así se define al bipedalismo) es la característica que define al linaje homínido, aunque tomó cierto tiempo para que los antropólogos lo comprendieran, ya que a comienzos del siglo XX todavía se pensaba que lo que nos hacía únicos eran nuestros grandes cerebros, algo que parecía razonable dado que los únicos fósiles homínidos que se conocían hasta entonces pertenecían a dos especies que así se mostraban: los neandertales y el Homo erectus.

Esta creencia comenzó a cambiar en la década de 1920 cuando Raymond Dart descubrió el cráneo del Niño de Taung en África del Sur. Su propietario tenía un cerebro pequeño, y muchos investigadores pensaban que este niño que había vivido hace unos tres millones de años era simplemente un simio. Sin embargo, en ese cráneo había un rasgo sumamente humando: el foramen magnum, el agujero a través del cual la médula espinal sale del cráneo indicaba que Taung sostenía erecta su cabeza y que por lo tanto caminaba en forma erguida.

En las décadas siguientes se descubrieron fósiles de otros simios bípedos que antecedían a los neandertales y al erectus. Recibieron el nombre colectivo de australopitecinos y convencieron a los antropólogos de que en la evolución de los humanos el bipedalismo era anterior a la aparición de los grandes cerebros.

El ejemplo más impresionante llegó en 1974 con el descubrimiento de Lucy, un esqueleto casi completo de un australopitecino hembra. Aunque era pequeña, Lucy tenía la anatomía de un bípedo, incluyendo una pelvis ancha y con fémures que se inclinaban hacia adentro en dirección a las rodillas, lo que hacía que sus pies quedaran en línea con el centro de gravedad del cuerpo facilitando la estabilidad al caminar.

Lucy

Reconstrucción de Lucy expuesta en el Museo Nacional de Historia Natural en Washington D.C.
© Natural History Museum

Más recientemente los antropólogos han establecido que el bipedalismo tiene raíces muy antiguas. Por ejemplo, el descubrimiento en 2001 del Sahelantropus tchadensis
fue categorizado como caminante erguido gracias a un cráneo y a unos dientes de siete millones de años de antigüedad, por lo cual muchos antropólogos se mantienen escépticos al respecto.

Mucho más convincente fue el descubrimiento en el año 2000 de los dientes y dos fémures del Orrorin tugenensis que confirman el bipedalismo de este fósil de seis millones de años de antigüedad.

El homínido más antiguo con mayor evidencia de bipedalismo es el Ardipithecus ramidus, familiarmente conocido como Ardi, que vivió hace unos 4,4 millones de años.

Si bien los homínidos primitivos eran capaces de caminar erguidos, probablemente no lo hacían exactamente igual a como lo hacemos hoy en día. Mantenían algunos rasgos primitivos, como ser dedos de manos y pies largos y curvos, brazos más largos y piernas más cortas, lo que sugiere que pasaban parte del tiempo en los árboles. Recién con la aparición del Homo erectus hace 1,89 millones de años los homínidos se vuelven más altos, con piernas más largas, y se convierten en criaturas completamente terrestres.

Ardi

Ardipithecus ramidus
© Wikipedia

Aunque se conoce bien la evolución del bipedalismo, no se conoce la razón por la cual los homínidos dieron sus primeros pasos. Charles Darwin, en su libro El Origen del Hombre, ofreció como explicación que lo hicieron para dejar libres sus manos. El problema con esta hipótesis es que las primeras herramientas de piedra aparecen hace unos 2,5 millones de años, unos 4,5 millones de años después del origen del bipedalismo.

En 2009 el antropólogo C. Owen Lovejoy relacionó al bipedalismo con el origen de la monogamia. Lovejoy hace notar que Ardi vivía en el bosque. A medida que cambios climáticos hacían que los bosques fueran más estacionales y tuvieran medioambientes más variables, cada vez fue más difícil encontrar comida, algo especialmente difícil para las hembras que transportaban a sus hijos.

Así, según Lovejoy, surgió un acuerdo mutuamente más beneficioso: los machos conseguían alimentos para las hembras y sus hijos y éstas se emparejaban exclusivamente con sus proveedores. Para tener éxito como proveedores, los machos necesitaban manos libres para transportar la comida, y así evolucionó el bipedalismo.

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Árbol familiar de los homininos
© The Resilient Earth

Este escenario, tal como sucede con todas las hipótesis de bipedalismo, es difícil de probar. Sin embargo, a principios de 2012 los investigadores dieron algún sustento a esta última cuando descubrieron que los chimpancés tienden a caminar sobre dos piernas cuando transportan alimentos raros y/o valiosos.

Otra teoría considera la eficiencia del bipedalismo. En la década de 1980 Peter Rodman y Henry McHenry sugirieron que los homínidos evolucionaron a la forma de caminar erguidos en respuesta al cambio de clima. A medida que los bosques desaparecían, los ancestros de los homínidos descendieron de los árboles para caminar por los vastos espacios de sabana que separaban a las pequeñas zonas arboladas.

Según estos investigadores, la forma más eficiente desde el punto de vista del consumo de energía, era el bipedalismo. En 2007, otros investigadores que estudiaban a los chimpancés determinaron que éstos necesitaban un 75% más de energía al caminar que los humanos, proporcionando así alguna evidencia sobre las ventajas del bipedalismo.

Otras muchas explicaciones para el bipedalismo han sido rechazadas, tal como la idea de que nuestros ancestros necesitaban estar erguidos para poder ver por encima de la hierba o para minimizar la porción de cuerpo expuesta al sol en las sabanas sin árboles. Ambas hipótesis fueron descartadas por el hecho de que los primeros homínidos habitaban regiones que al menos estaban parcialmente arboladas.


Seguramente, el tiempo y nuevos fósiles nos acercarán a una respuesta correcta. Cada descubrimiento de una nueva especie de simios bípedos que haya vivido entre hace seis o siete millones de años tiene el potencial de modificar fundamentalmente nuestro entendimiento sobre los orígenes de una de nuestras características más distintivas.

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Fuentes utilizadas:
- Becoming Human: The Evolution of Walking Upright

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”evolución_humana”

2 comentarios:

Pocosé dijo...


Lo mas probable es que el bipedismo se instalara definitivamente no por una sola razón, sino por un cumulo de ellas.
A mí, me parece muy razonable pensar, que una de las más importantes sería para poder transportar las primitivas herramientas encontradas al azar, (palos, huesos, cuernos, lascas, conchas, etc. puntiagudos, cortantes o apropiados para golpear) que les darían cierta ventaja a la hora de conseguir alimentos, cuyos excesos también podrían ser transportados en trozos de pieles o hojas de gran tamaño (así mismo herramientas), una clara ventaja, sobretodo en épocas de escasez. Para lo cual, sería imprescindible liberar las manos de la marcha, inicialmente solo circunstancialmente y en aumento a medida que estas herramientas les fuesen siendo más útiles y fuese creciendo su dependencia de ellas.
También pude que el desarrollo del cerebro esté relacionado con la progresiva adquisición de destreza en el uso y diversificación de aquellas primeras herramientas y con la paulatina complicación del lenguaje, necesaria para poder trasmitir a las nuevas generaciones la incipiente tecnología, que ya tendría muy poco de instintiva, proceso este que llevaría con el tiempo a la fabricación de herramientas mas útiles y duraderas, a las que hoy si podemos identificar como tales.
Todo esto por supuesto no son mas que suposiciones, no exentas de buena lógica, aunque difícilmente evidenciadles, ya que en el improbable caso de encontrar dichas primigenias herramientas en algún yacimiento, muy complicado sería evidenciar que fueron usadas y transportadas intencionalmente.
La evidente dependencia de la tecnología, tanto actualmente como en épocas remotas, de nuestra especie, las que fueron coetáneas nuestras, y las que nos precedieron, me hace reafirmarme en que sin duda la tecnología ha tenido mucho que ver, tanto en el bipedismo como con otros aspectos importantes de la esencia de los homininos.

Anónimo dijo...

¿Bipedalismo o Bipedismo?