Nuevas herramientas permitirían advertir con una antelación de varias horas la ocurrencia de algunos terremotos |
Una investigación publicada en el número de julio de 2008 de la revista Nature da cuenta que un grupo de sismólogos ha utilizado nuevos instrumentos de una notable sensibilidad para detectar ciertos cambios diminutos que preceden a sismos pequeños (de grado 3) por hasta 10 horas.
El estudio fue realizado a lo largo de la Falla de San Andrés en California, y el grupo estaba compuesto por Fenglin Niu de la Universidad de Rice (autor principal del artículo de Nature), Paul Silver del Departamento de Magnetismo Terrestre del Instituto Carnegie (co-autor principal) varios colegas del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley.
Según comentó Niu, “estamos trabajando con colegas de China y Japón en estudios de seguimiento para determinar si esta respuesta física puede ser detectada en otras regiones sísmicamente activas. De todos modos, aún si el efecto fuera generalizado, necesitaríamos aprender más sobre la coordinación temporal de las señales a los efectos de utilizarlas para advertir sobre terremotos inminentes”.
Los estudios fueron publicados dos meses después de que un terremoto en la provincia de Sichuan, en China, mató a unas 80 000 personas. Niu recordó que en este caso “una gran cantidad de niños murió en las escuelas durante sus clases. Por lo tanto, aún con una advertencia de unos pocos segundos, podría trasladarse a las personas a un lugar seguro, salvando así muchas vidas”. Agregó también que estos estudios son preliminares, pero que si se confirman pueden sentar las bases para un sistema de alerta temprana de terremotos.
Los sistemas más modernos de alerta de terremotos proporcionan apenas unos segundos de advertencia antes de la ocurrencia del sismo. Estos sistemas se basan en la detección de las ondas-P, que son las ondas sísmicas más veloces que se producen durante un terremoto. Se podrían comparar con el relámpago que antecede al trueno, y resultan útiles porque son menos destructivas que las más lentas pero muy poderosas ondas que las siguen.
El equipo instaló en un pozo de aproximadamente un kilómetro de profundidad unos cilindros cerámicos piezoeléctricos en forma de toroide que se expanden cuando se aplica un voltaje. Al mismo tiempo, instaló en un pozo adyacente un acelerómetro para medir las señales rítmicas provenientes de la fuente.
Cuando las rocas se comprimen, la tensión expulsa el aire de diminutas fracturas de la roca. Esto hace que las ondas sísmicas viajen un poco más rápido a través de la roca. Según Niu, las variaciones son tan pequeñas que únicamente pueden ser detectadas por instrumentos muy precisos. Por ejemplo, estos instrumentos pudieron detectar fluctuaciones en la presión del aire sobre la superficie terrestre, pese a estar a más de ochocientos metros de profundidad.
También se descubrió que estas tensiones preceden al temblor mismo, de modo que un sistema de alerta de este tipo resultaría fundamentalmente diferente a los otros sistemas actuales de prevención.
“La detección de cambios de tensión antes de un terremoto ha sido por años el Santo Grial de la sismología”, dijo Silver. “Los investigadores han intentando durante décadas medir continuamente y con precisión estos cambios de velocidad, pero únicamente en forma reciente ha sido posible obtener la precisión y confiabilidad necesarias gracias a las mejoras en la tecnología”.
En experimentos realizados cerca de Parkfield, California, a fines de 2005 y principios de 2006, Niu y Silver recogieron mediciones de la falla de San Andrés, utilizando los nuevos instrumentos de precisión construidos por sus colegas del Laboratorio Berkeley.
Los terremotos y sus ondas © Univ. de Alcalá |
Al analizar los datos sísmicos, Niu y sus colegas descubrieron que había ocurrido un cambio distintivo en la roca justo antes de pequeños terremotos producidos cerca de Parkfield durante el período de prueba. Uno de estos cambios notables precedió en 10 horas a un sismo de magnitud 3 ocurrido en la nochebuena de 2005.
Como comentó Silver, “no importa el tiempo que se tenga; siempre se puede hacer algo. Incluso con unos pocos segundos, se pueden cerrar automáticamente las válvulas de gas, o se puede correr fuera de un edificio o poner a resguardo bajo algo sólido”. Y agregó: “Pero si tuviéramos algo del orden de las 10 horas, quizás se pudieran evacuar poblaciones enteras, y seguramente se podría alejar a la gente de los centros de las ciudades y de otras áreas que se consideren peligrosas”.
Otros científicos se muestran más escépticos. Tom Heaton, un profesor de ingeniería de sismología del Instituto de Tecnología de California (Caltech) dijo: “Si pudieran predecir todos los terremotos de magnitud 3, estaría bien. Pero, ¿a quién le importa? Quiero decir, los de magnitud 3 no cuentan. “¿Pueden determinar cuáles de estos magnitud 3, que pueden predecir en horas, será en realidad un 6 o un 7?
Según Heaton, en la actualidad la única forma de predecir un terremoto es a través de las ondas-P tempranas que son producidas justo antes del propio terremoto. Estas ondas llegan unos segundos antes de que comiencen los temblores. Durante años, el Dr. Heaton y otros han buscado un signo mejor de advertencia, pero hasta ahora no lo han encontrado.
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Fuentes utilizadas:
- Universidad de Rice
- ABC
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