Después de la serie de descubrimientos de objetos transneptunianos ocurrida a mediados de 2005, no ha habido información reciente sobre ninguno nuevo. ¿Nos podría comentar algo al respecto?
Dr. Javier Licandro (J.L.): Según mi conocimiento, exceptuando al Dr. Brown de Caltech, quien realiza observaciones regulares en busca de nuevos objetos, el resto de los programas de búsqueda de Objetos Trans-Neptunianos (Trans-Neptunian Objects = TNOs) se realiza en forma “no regular”.
De hecho, y exceptuando otra vez a los TNOs descubiertos por Brown y sus colaboradores, los nuevos TNOs se reportan en “oleadas”. Cada tanto, y concentrados en pocos días, se descubren varios. Es el resultado de la falta de observaciones permanentes.
Este no es el caso de, por ejemplo, los Objetos Cercanos a la Tierra (Near Earth Objects = NEOs), donde hay programas de búsqueda con telescopios dedicados que se utilizan casi exclusivamente para esa tarea.
El problema radica en que para buscar los TNOs más brillantes (de magnitud menor a 20), para el resto se requieren telescopios grandes, y éstos tienen un límite de uso importante, por la necesidad de ser compartidos entre muchos investigadores y programas.
Por otro lado, sabemos que Brown y sus colaboradores tienen una estrategia muy particular para dar a conocer sus descubrimientos, y se tardan bastante en darlos a publicidad. No sería de extrañar que ya haya algún nuevo objeto interesante, y que recién nos enteremos dentro de unos cuantos meses.
¿Cuál es su opinión con respecto a Plutón? ¿Debe seguir siendo considerado un planeta? ¿Y qué pasa con Xena; podría ser el décimo planeta?
J.L.: Parece claro que, físicamente, habría que “degradar” bastante la definición de planeta para que Plutón pudiera seguir siendo considerado como tal.
Desde su descubrimiento en 1930, sabemos que Plutón es un objeto anómalo: su tamaño y su órbita no encajaban con las de los otros ocho planetas.
Puedo entender que se esgriman razones históricas o sociales, pero no comparto esa opinión. ¿Cuántos objetos han cambiado su clasificación desde que la astronomía es ciencia? Objetos que por muchos años fueron considerados de determinada manera, han dejado de serlo. Y sinceramente, las razones “sociales” para seguir clasificándolo como planeta me parecen ridículas. Por esas mismas razones sociales, la Tierra debería seguir considerándose plana y el centro del universo.
El público no es tonto; si las cosas se explican razonablemente, las entienden y las aceptan.
De izquierda a derecha: 2003 UB313 (Xena), Plutón; la Luna, la Tierra.
© Minor Planets Program (cliquear en la imagen para ampliarla) |
En el caso de 2003 UB313 (en ningún caso se lo puede llamar Xena; hay procedimientos para la adjudicación de nombres que deben ser respetados por todos), es un objeto más grande que Plutón y un TNO extremadamente interesante, ya que junto a Plutón, a 2055 FY9 y a Tritón (que se cree es un TNO capturado como satélite por Neptuno), pertenece a un grupo que posee abundancia de metano en su superficie.
Pero es nada más y nada menos que el TNO más grande conocido hasta ahora. Es una pena que la trascendencia de un descubrimiento de este tipo se vea empañada por una tonta consideración estratégica que no hace ningún bien a la imagen de la ciencia ante la opinión pública, y me temo que tampoco favorece a sus descubridores, ni ante sus pares ni ante el público en general. Con toda la admiración que merecen un programa tan exitoso y un grupo de colegas tan capacitados, creo que están cometiendo serios errores de comunicación.
Estos TNOs son los más grandes que conocemos, pero seguramente se encontrarán más. ¿Deberán ser considerados planetas si tienen más de 1 000 kilómetros de diámetro? Sinceramente, me parece que no. Para mí, un planeta debe ser un objeto singular en la región donde se encuentra, no uno más dentro de una amplísima población.
Pero asumamos que encontramos algún criterio para establecer un diámetro mínimo, por encima del los TNOs son planetas. Entonces nos enfrentaremos con un gran problema: ¿qué pasa con los objetos que están justo en ese límite?
Cuando determinamos el tamaño de un objeto, lo hacemos con un cierto margen de error, que en caso de los TNOs suele ser bastante grande. Principalmente, lo logramos con la determinación del albedo, lo que implica mediciones muy dificultosas y modelos poco precisos. Es así que, por ejemplo, basados en los mismos datos, dos grupos dan dos valores diferentes para 2002 TX300: unos dicen que es de 0,08, mientras que otros dicen que es de 0,19. Repito: mismos datos, diferentes modelos. De modo que, ¿qué haríamos con un objeto que para un método de determinación del albedo resultara ser un planeta, y que luego con un modelo diferente o con una mejor observación dejara de serlo y hubiera que quitarle su categoría? Lo dicho, una confusión total...
Aparentemente, nuestro cinturón de Kuiper pertenece al grupo de los “angostos”, lo que podría indicar la presencia de una compañera estelar, una enana roja o una enana marrón, que lo mantendría dentro de límites bien definidos. ¿Cómo es posible que todavía no hayamos detectado algo tan grande en nuestras cercanías?
J.L.: Como dice la pregunta, “podría indicar”, así que no está claro que exista en realidad. De todos modos, eso “tan grande”, dependiendo de la distancia, podría no ser demasiado brillante. Por otro lado, para encontrar objetos así hay que buscarlos. Objetos relativamente brillantes como 2005 FY9 han sido registrados en imágenes desde mediados del siglo XX, pero hasta que se estableció un programa para buscar TNOs brillantes, nadie se percató de su existencia.
Habrá que ver qué es lo que pasa en el futuro con macro-proyectos de búsqueda del estilo Pan Stars.
Quedan todavía alteraciones en la órbita de Neptuno que delatarían la presencia del famoso “décimo planeta”, pero ni Plutón ni 2003 UB313 pueden explicarlas. ¿Debería haber un objeto tamaño Tierra en el Cinturón de Kuiper para resolver el problema, o quizás bastaría la presencia de esta hipotética compañera estelar?
J.L.: Está claro que los objetos del tamaño de los TNOs no son suficientes, pero no descartaría otras opciones. Habrá que seguir investigando tanto desde el punto de vista observacional, como del teórico.
Hay quienes opinan que los grandes objetos de Kuiper encontrados hasta ahora tienen más satélites que los que les correspondería estadísticamente (se dice que solamente un 11% de ellos debería tenerlos). ¿Cuáles son las teorías sobre los procesos que llevan a este exceso?
J.L.: Creo que todavía estamos en pañales como para poder decir cuántos TNOs deberían tener satélites. Como siempre, cuando las teorías no coinciden con los datos hay que ajustar o cambiar la teoría, o ajustar los parámetros que introducimos en nuestros modelos teóricos y que hasta ese momento considerábamos válidos.
La cantidad de satélites depende del proceso de formación y evolución de los TNOs. Cosas como su estructura y densidad, o la frecuencia de colisiones (que tiene que ver con la cantidad y distribución de tamaños de la población original de TNOs), son parámetros fundamentales de estos modelos.
El proceso es el método científico de siempre: observamos, vemos que hay TNOs binarios, hacemos teorías, prevemos cosas como la fracción de TNOs binarios, volvemos a observar para comprobar si los resultados son los esperados, y ajustamos las teorías a las nuevas observaciones. Y así una y otra vez. En eso estamos ahora, siguiendo este proceso.
Usted se especializa en objetos del Cinturón de Kuiper y en otros cuerpos menores. ¿Cuál es la importancia del Cinturón en nuestra búsqueda de conocimientos?
J.L.: El cinturón trans-neptuniano es un residuo fósil de la formación del sistema solar. Los TNOs son objetos primitivos, planetesimales creados en los primeros estadios de la formación planetaria que, por diferentes causas, no llegaron a acretar en un cuerpo mayor.
Dado su pequeño tamaño y gran distancia al Sol, a la que se han mantenido desde entonces, el material que los constituye se ha modificado poco o nada.
El Cinturón de Kuiper, más allá de la órbita de Neptuno.
© Solstation (cliquear en la imagen para ampliarla) |
Por el contrario, el material que formó los planetas o incluso el que quedó en forma de asteroides en el cinturón principal, ha sido modificado enormemente. Los procesos de diferenciación gravitacional han sido muy importantes y han producido cambios metamórficos radicales.
Esto no ha ocurrido en los TNOs, por lo que su estudio nos brinda la oportunidad única de analizar el material primigenio que dio lugar al sistema planetario.
Por otra parte, y en particular los de mayor tamaño, nos permiten también estudiar procesos que se dan en otros astros helados, como en el caso de varios satélites de los planetas gigantes. Estos cuerpos, si bien se han formado en regiones similares, lo han hecho en condiciones diferentes, y las interacciones con sus planetas han jugado un rol importante en las estructuras geológicas que presentan en la actualidad. De modo que el estudio de los procesos en los TNOs nos podrá mostrar similitudes y diferencias con los procesos en los satélites helados.
Finalmente, los TNOs y los cometas están íntimamente relacionados. Los cometas de corto período, también conocidos como la familia de Júpiter, son pequeños TNOs, probablemente restos de colisiones entre TNOs que han sido enviados a las cercanías del Sol por perturbaciones gravitatorias de los planetas gigantes.
Sabemos que los cometas tienen moléculas orgánicas complejas, y los estudios de las superficies de los TNOs van en la misma dirección. La Tierra, desde sus inicios, ha recibido el impacto de cometas; la materia cometaria se ha integrado a la biosfera terrestre y puede ser una de las fuentes de compuestos orgánicos que han dado lugar a la vida sobre nuestro planeta.
¿Quién sabe, entonces, si nuestro origen como especie no se puede buscar en los TNOs...?
La Nube de Oort, rodeando completamente al sistema solar.
© www.daviddarling.info (cliquear en la imagen para ampliarla) |
¿Cuáles son las principales diferencias entre el Cinturón de Kuiper y la Nube de Oort?
J.L.: Básicamente, mientras que el Cinturón está formado por cuerpos que siguen allí desde que se formaron, la Nube de Oort está compuesta por objetos que se formaron en la región ocupada actualmente por los planetas gigantes y que fueron dispersados por estos últimos, especialmente por Júpiter.
Por esa razón, la Nube es más extendida y esférica, mientras que el Cinturón es una región estrecha y aplanada, como el disco del cual se originó.
Además de Sedna, ¿se han descubierto otros objetos en la Nube de Oort?
J.L.: No, Sedna es el único que conocemos hasta el momento. Por otro lado, Sedna forma parte de una región particular de la Nube, algo que Julio Fernández postuló en 1996 y al que le dio el nombre de “núcleo central de la Nube de Oort.
Sedna no solamente es grande, sino que además fue descubierto cerca de su perihelio, cuando tenía una magnitud de V=21,5. El 99 por ciento del tiempo, luce mucho más débil.
Hay que hacer notar que no se trata solamente de objetos necesariamente poco luminosos debido a la distancia en que se encuentran, sino que también se mueven muy despacio, lo que implica que para su búsqueda sea necesaria una estrategia algo diferente a la utilizada para localizar TNOs. Resulta imprescindible un programa de búsqueda específico, con telescopios grandes, y lamentablemente es muy difícil que se otorguen tiempos de uso tan prolongados para este tipo de observaciones en los telescopios de 3-4 metros.
Con relación a la masa del sistema solar, ¿cuál es la incidencia del Cinturón y de la Nube?
J.L.: Realmente muy poca, ya que en su totalidad no suman más allá de unas tres masas terrestres y se encuentran dispersos en un volumen gigantesco. Debemos recordar que apenas son los residuos de la formación de nuestro sistema planetario.
¿Los satélites de los TNOs son estables, o podría haber un intercambio más o menos común entre los objetos que los poseen?
J.L.: Aún conocemos muy poco sobre este tema; estamos descubriendo nuevos satélites, incluso de Plutón. Creo que todavía hay mucho camino que recorrer para comprender el mecanismo de formación de los satélites.
Lo que si puedo decir es que no veo muchas posibilidades de “intercambio” de satélites, ya que la densidad de los objetos es muy baja. También está claro que hay algunos casos, como el de Caronte, en los que se ha alcanzado una situación de estabilidad, pero no creo que esto sea algo completamente generalizable.
Todavía no tenemos una respuesta sobre el misterio de la disminución de velocidad de las Pioneer. ¿Alguna teoría al respecto?
J.L.: Para ser sincero, ni idea.
No es fácil encontrar un científico uruguayo en “ciencias duras”. ¿Cómo fue que llegó a estar donde está, cuales fueron sus esfuerzos anteriores y cuáles son sus expectativas de futuro? ¿Puede dar a los jóvenes uruguayos, y a los sudamericanos en general, algún consejo para integrarse al estudio de la astronomía?
J.L.: Bueno, creo que será tan fácil encontrar un científico uruguayo en las ciencias puras como en cualquier otra actividad en general, en proporción al número que habitantes. Es que somos poco más de tres millones de personas. Sin embargo, si los hay en astrofísica; bastantes y bien conocidos. Algunos han llegado a posiciones muy importantes, como Daniel Altshuler, que fue director de Arecibo, o Félix Mirabel que actualmente tiene un alto cargo en ESO.
Yo me vine a hacer la tesis doctoral al IAC, ya que en Uruguay aún no teníamos esa posibilidad, y diversas circunstancias familiares me han obligado a quedarme en Canarias.
Grupo de Telescopios Isaac Newton, Roque de los Muchachos, La Palma.
© IAC (cliquear en la imagen para ampliarla) |
Las cosas no son fáciles; muchas veces hay que remar contra la corriente. Yo creo que el secreto esta en trabajar mucho e intentar estar atento a las posibilidades que se tienen al alcance. La investigación es un proceso creativo, pero que requiere de un enorme esfuerzo, de mucha dedicación. No alcanza con ser Einstein; de esos hay unos pocos. Quien quiera dedicarse a esto tiene que ser conciente de que deberá trabajar muchísimo para alcanzar sus metas, y estar dispuesto a “sufrir”, o como diríamos en Uruguay, “a sudar la camiseta”.
He conocido a varios estudiantes brillantes que luego no avanzaron en su carrera porque no se quisieron comprometer con el esfuerzo necesario, o a los que su brillantez no estaba acompañada por la inquietud propia necesaria en un proceso creativo.
Entonces, el consejo para todo el que quiera dedicarse a esto, es que tiene que trabajar muchísimo, abrir bien los ojos y ser una persona inquieta y siempre dispuesta a aprender de los demás.
Estoy un tanto apartado de la realidad sudamericana; bastante tengo con sobrevivir en la europea, que no es nada fácil.
Tengo casi 40 años y más de 40 artículos publicados, y aún me queda mucho camino por recorrer antes de obtener lo que quiero, una plaza de investigador en un instituto español como el IAC. Esa es mi meta. Hay mucha gente muy buena esperando por un lugar.
Me resulta muy difícil, entonces, dar un consejo específico para los jóvenes uruguayos y los sudamericanos en general. No sabría qué decirles. Es evidente que desde un punto de vista profesional, Europa o EE.UU. ofrecen unos medios muy superiores, pero que nadie piense que es fácil. Aunque sí creo que es positivo que hagan una tesis doctoral o un post-doc en un centro del primer mundo. Después, ya verán qué es lo que les depara el futuro.
Datos biográficos
El Dr. Javier Licandro nació en Montevideo, Uruguay, el 17 de octubre de 1966. Obtuvo su licenciatura de astronomía en la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República en Montevideo, y el doctorado en la Universidad de Laguna, en el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC).
Fue docente del Departamento de Astronomía de la Facultad de Ciencias, y dirigió el Observatorio de Los Molinos, un pequeño observatorio universitario en el Uruguay.
Gracias a una beca del Instituto Cooperativo Interamericano (ICI), realizó su tesis en Tenerife, y luego fue operador, durante un año, en el Teide. Posteriormente fue astrónomo de soporte en el Telescopio Nazionale Galileo (Telescopio Nacional Galileo = TNG) durante 2 años y medio, y desde julio de 2002 es astrónomo de soporte en el Grupo (de telescopios Isaac Newton (Isaac Newton Group = ING), trabajando en el Observatorio de Roque de los Muchachos en La Palma. Es, además, investigador asociado del Instituto de Astrofísica de Canarias.
Esta interesante nota realizada al Dr. Javier Licandro fue también publicada como noticia en Astroseti.
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