Los astrónomos han descubierto que los planetas terrestres podrían formarse alrededor de muchas, si no la mayoría, de las estrellas cercanas tipo Sol que existen en nuestra galaxia. Estos nuevos resultados sugieren que los mundos potencialmente aptos para la vida podrían ser más comunes de lo que pensábamos.
Planetas Rocosos Tipo Tierra Esta representación artística ilustra la idea de que mundos rocosos de tipo terrestre, como los planetas interiores de nuestro sistema solar, pueden ser abundantes y diversos en el universo. © NASA/JPL-Caltech/R. Hurt (SSC-Caltech) |
El astrónomo Michael Meyer de la Universidad de Arizona, Tucson, y sus colegas, utilizaron el Telescopio Espacial Spitzer de la NASA para determinar si los sistemas planetarios como el nuestro son comunes o raros en nuestra Vía Láctea. Descubrieron que al menos un veinte por ciento, y quizás hasta un sesenta por ciento de las estrellas similares a nuestro Sol son candidatas para la formación de planetas rocosos.
Meyer está presentando sus hallazgos en el encuentro anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia en Boston. Los resultados aparecieron en el número del 1 de febrero de la revista Astrophysical Journal Letters.
Los astrónomos utilizaron a Spitzer para inspeccionar seis conjuntos de estrellas, agrupadas según su edad, con masas comparables a la de nuestro Sol. Nuestra estrella tiene aproximadamente cuatro mil seiscientos millones de años de edad. “Deseábamos estudiar la evolución del gas y el polvo alrededor de estrellas similares al Sol y comparar los resultados con lo que pensamos que sería nuestro sistema solar en los estadios primarios durante su evolución”, dijo Meyer.
El Telescopio Spitzer no detecta planetas directamente. En cambio, detecta el polvo (es decir, los escombros sobrantes de las colisiones que se suceden cuando los planetas se están formando) en el rango de las longitudes de onda del infrarrojo. El polvo más caliente se detecta en las longitudes de onda más cortas, entre los 3,6 y los 8 micrones. El polvo frío se detecta en las longitudes de onda más largas, entre los 70 y los 160 micrones. El polvo tibio puede ser rastreado en los 24 micrones. Como el polvo más cercano a la estrella es más caliente que el más lejano, el polvo “tibio” probablemente traza el material que orbita la estrella a distancias comparables con la de la que existe entre la Tierra y Júpiter.
“Descubrimos que aproximadamente entre un 10 a un 20 por ciento de las estrellas en cada uno de los cuatro grupos etarios más jóvenes muestra emisión de 24 micrones a causa del polvo” , dijo Meyer. “Pero no vemos a menudo polvo tibio alrededor de estrellas que tienen más de 300 millones de años de edad. La frecuencia sencillamente cae”.
“Eso resulta comparable a las escalas temporales que según se cree abarcan la formación y la evolución dinámica de nuestro propio sistema solar”, agregó. “Los modelos teóricos y los datos meteoríticos sugieren que la Tierra se formó a lo largo de entre 10 a 50 millones de años como resultado de las colisiones de cuerpos menores”.
En un estudio separado, Thayne Currie y Scott Kenyon del Observatorio Astrofísico Smithsoniano en Cambridge, Massachussets, y sus colegas, también descubrieron evidencia de polvo causado por la formación planetaria alrededor de estrellas con edades de entre 10 a 30 millones de años. “Estas observaciones sugieren que lo que sea que haya llevado a la formación de la Tierra podría estar ocurriendo alrededor de muchas estrellas de entre 3 a 300 millones de años de edad”, dijo Meyer.
Kenyon y Ben Bromley de la Universidad de Utah, en Salt Lake City, han desarrollado modelos de formación planetaria que proporcionan un escenario plausible. Sus modelos predicen que el polvo tibio debería ser detectado en las longitudes de onda de 24 micrones a medida que los cuerpos rocosos chocan y se fusionan. “Nuestro trabajo sugiere que el polvo tibio detectado por Meyer y sus colegas es un resultado natural de la formación de planetas rocosos. Predecimos una frecuencia mayor de emisión de polvo para las estrellas jóvenes, exactamente igual a lo observado por Spitzer”, dijo Kenyon.
Los números respecto a cuántas estrellas forman planetas son ambiguos porque hay más de una forma de interpretar los datos de Spitzer, dijo Meyer. La emisión de polvo tibio que observó Spitzer alrededor del 20 por ciento del conjunto de estrellas más jóvenes podría persistir a medida que las estrellas envejecen. Es decir, el polvo tibio generado por las colisiones alrededor de las estrellas de entre 3 a 10 millones de años de edad podría mantenerse y mostrarse como la emisión tibia vista alrededor de las estrellas de entre 10 a 30 millones de años de edad, y así en más. Interpretando los datos de esta manera, daría como resultado que aproximadamente una de cada cinco estrellas tipo Sol es potencialmente formadora de planetas, aclaró Meyer.
Existe también otra forma de interpretar los datos. “Un escenario optimista sugeriría que los discos más grandes y masivos podrían sufrir primero el proceso de colisión desbocada y ensamblar rápidamente sus planetas. Eso podría ser lo que estamos viendo en las estrellas más jóvenes. Sus discos viven intensamente y mueren jóvenes, brillando fuertemente al principio y desvaneciéndose después”, dijo Meyer. “Sin embargo, los discos más pequeños y menos masivos se iluminarán más tarde. En este caso, la formación planetaria se vería retrasada porque habría menos partículas para chocar unas con otras”.
Si esto fuera correcto y los discos más masivos formaran sus planetas primero y los discos menos masivos tardaran entre 10 a 100 veces más, entonces hasta un 62 por ciento de las estrellas investigadas habría formado, o estaría formando, planetas. “La respuesta correcta se encuentra probablemente entre el caso pesimista de menos del 20 por ciento y el optimista de más de un 60 por ciento”, dijo Meyer.
El próximo examen crítico para la afirmación de que los planetas rocosos como la Tierra podrían ser comunes alrededor de estrellas parecidas al Sol llegará el año próximo con el lanzamiento de la misión Kepler de la NASA.
Entre los 13 co-autores que acompañan a Meyer se encuentra John Carpenter del Instituto de Tecnología de California (Caltech) en Pasadena. El Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA en Pasadena gerencia la misión del Telescopio Espacial Spitzer para el Directorio de Misiones Científicas de la NASA en Washington. Las operaciones científicas son llevadas a cabo en el Centro Científico Spitzer en Caltech. Caltech gerencia a JPL para la NASA.
Rosemary Sullivant 818-354-2274
Jet Propulsion Laboratory, Pasadena, Calif.
Lori Stiles 520-626-4402
University of Arizona, Tucson
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Artículo original en Spitzer Newsroom: “Many, Perhaps Most, Nearby Sun-Like Stars May Form Rocky Planets”
Fecha: Febrero 17, 2008
Enlace con el artículo original: aquí
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